La manera en la que practicamos deporte o nuestros hábitos de alimentación contribuyen de forma clara a fomentar la sostenibilidad del planeta y a mejorar tanto nuestras condiciones de vida como las de las generaciones venideras. En este sentido, la alimentación a base de plantas se postula como un tipo de alimentación que busca reducir nuestra huella ambiental y llevar una vida más saludable y ética.

¿Qué es la alimentación sostenible?
La alimentación sostenible se basa en elegir y consumir alimentos que minimicen el impacto ambiental, promuevan el bienestar de las personas y apoyen la economía local. Los sistemas de alimentación sostenible buscan satisfacer las necesidades de la población actual sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas. En conjunto, contribuye a la salud individual, a la del planeta y busca un equilibrio entre la producción, el consumo y el bienestar ambiental y social al mismo tiempo que fomenta nuestros hábitos sostenibles. Entre sus principios clave se encuentran:
1. Reducir el impacto ambiental: prioriza prácticas de producción de alimentos que minimicen el uso de recursos naturales (como el agua y el suelo), reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero, y limiten el uso de pesticidas y fertilizantes químicos.
2. Promover una dieta saludable: incluye una mayor cantidad de alimentos de origen vegetal, como frutas, verduras, legumbres y granos enteros, y reduce (aunque no elimina) el consumo de carne, especialmente la roja y procesada. Esto no solo es beneficioso para la salud, sino que también reduce el impacto ambiental de la producción de alimentos de origen animal.
3. Reducir el desperdicio de alimentos: según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) se estima que alrededor de un tercio de los alimentos producidos a nivel mundial se desperdician. La alimentación sostenible promueve prácticas como comprar solo lo necesario, almacenar adecuadamente los alimentos y reutilizar sobras para reducir este desperdicio. Además, las sobras de alimentos vegetales son más fáciles de reutilizar en recetas como sopas, ensaladas y batidos.
4. Fomentar el consumo local y de temporada: los alimentos producidos localmente y de temporada no solo son más frescos, sino que también suelen tener una huella de carbono menor, ya que requieren menos transporte y almacenamiento prolongado.
5. Apoyar el comercio justo y la economía local: la alimentación sostenible se preocupa por que los productores reciban un precio justo por su trabajo y por apoyar las economías locales. Esto beneficia a las comunidades y contribuye a una economía más justa y equitativa.
Alimentación sostenible a base de plantas

La alimentación sostenible a base de plantas, también conocida como “dieta plant based” se centra en consumir principalmente alimentos de origen vegetal como frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos y semillas. Este enfoque alimenticio persigue el bienestar del medio ambiente y la mejora de nuestra propia salud y se trata de una opción sostenible y muy accesible para muchas personas. Y además de la reducción del impacto ambiental y del desperdicio de alimentos ya mencionados, cuenta con más motivos de peso que la justifican como pueden ser:
- Los beneficios directos en la salud, a través de:
- El consumo de menos grasas saturadas: las dietas a base de plantas suelen tener menos grasas saturadas, lo que es beneficioso para la salud cardiovascular.
- La riqueza en nutrientes: los alimentos vegetales proporcionan fibra, vitaminas, minerales y antioxidantes esenciales, reduciendo el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes y algunos tipos de cáncer.
- La mayor diversidad de alimentos: optar por una dieta vegetal amplia la variedad de alimentos consumidos, como verduras, frutas, granos enteros, legumbres y frutos secos, todos esenciales para una dieta equilibrada.
- El fomento de la agricultura sostenible:
– La demanda de alimentos vegetales apoya prácticas agrícolas sostenibles, como la agricultura regenerativa y orgánica que preservan el suelo, reducen el uso de pesticidas y conservan el agua.
– La rotación de cultivos (como alternar el cultivo de legumbres y cereales) mejora la fertilidad del suelo sin necesidad de químicos dañinos, lo que beneficia tanto al medio ambiente como a los productores.
- Incluye opciones proteicas de origen vegetal en nuestro menú:
– Legumbres: las lentejas, garbanzos, frijoles y guisantes son ricas en proteínas y fibra.
– Frutos secos y semillas: las almendras, nueces, semillas de chía y linaza son fuentes de proteínas y grasas saludables.
– Granos enteros: la quinoa, el amaranto y la avena también son buenas fuentes de proteínas y contienen aminoácidos esenciales.
– Alimentos fermentados: el tempeh y el miso no sólo son fuentes proteicas, sino que también benefician la salud intestinal.
Como ejemplo de recetas sostenibles a base de plantas, podemos destacar las siguientes a lo largo del día:
- Desayuno: avena con frutas de temporada, nueces y semillas de chía.
- Almuerzo: ensalada de legumbres con quinoa, espinacas, tomates cherry y aguacate.
- Cena: curry de garbanzos con espinacas y arroz integral.
- Snacks: hummus con palitos de zanahoria y pepino, o frutas frescas.
La alimentación sostenible es importante para cuidar tanto nuestra salud como el planeta, pero esto no implica renunciar a una dieta equilibrada. La clave está en optar por alimentos que no solo sean nutritivos, sino que también se produzcan de manera responsable, respetando los recursos naturales y reduciendo el impacto ambiental. Una alimentación sostenible promueve el consumo de productos locales, estacionales y de origen vegetal, sin necesidad de dejar de lado la importancia de incluir una variedad de alimentos para obtener todos los nutrientes que nuestro cuerpo necesita. Al adoptar este enfoque, podemos disfrutar de una dieta rica y equilibrada, mientras contribuimos a un futuro más saludable tanto para nosotros como para el planeta.