Se puede abordar el hecho de dejar de fumar y hacer deporte desde múltiples enfoques, y todos serán positivos. Solo atendiendo al factor tiempo, las cifras son increíblemente reveladoras: después de 12 horas sin fumar, el cuerpo ya se ha deshecho del exceso de monóxido de carbono y ha aumentado los niveles de oxígeno. A las 72 horas la respiración se hace más fluida y los niveles energéticos aumentan. Esta constante búsqueda del organismo por estar en equilibrio es totalmente compatible y necesaria en armonía con la actividad y un estilo de vida saludable. Conozcamos cómo la actividad física nos ayuda a parar de fumar y qué frecuencia e intensidad son convenientes para ello.
¿Qué pasa si dejo de fumar y hago deporte?
El ejercicio físico reduce los síntomas de abstinencia de la nicotina. Si bien esto no siempre funciona de manera infalible y sostenida en el tiempo, ejercitarse es un factor moderador de los efectos negativos que su ausencia desencadena. Es decir, moverse sistemáticamente atenuará la irritabilidad, la falta de concentración, los problemas de sueño y el estrés. Esto se debe a que cuando nos movemos, el cerebro segrega hormonas o sustancias químicas que son placenteras, algo parecido a lo que pasa con la nicotina cuando se fuma.
Dar el paso de dejar de fumar es ya motivo para sentir orgullo. La cuestión es si es bueno hacer ejercicio después de dejar de fumar.
Dejar de fumar y el deporte no tienen que ir necesariamente de la mano. Sin embargo, hacer ejercicio ayuda a dejar de fumar desde el primer momento sin que los excesos nos hagan sentir que falta el aire. Se puede comenzar de manera moderada y gradual desde el primer día, con lo que notaremos en pocas jornadas cómo respirar es más fácil. Este efecto retroalimentará la práctica, puesto que sentiremos más fluidez conforme la función cardiaca y pulmonar continúen mejorando.
¿Qué deporte practicar para dejar de fumar? Las primeras semanas podemos establecer como meta una pauta de 20 minutos cada día o unas dos horas y media repartidas durante la semana. Fumar poco y hacer deporte es asimismo compatible con esta rutina que incluye marcha rápida paseando o sobre la cinta, natación, bicicleta suave, mantenimiento activo, subir escaleras, etc.
En el supuesto de que el tabaquismo haya sido grave, no conviene ponerse a correr después de fumar de manera intensa. En todo caso, siempre se debe hacer un chequeo para determinar el estado de salud, así como consultar a expertos deportivos que nos ayuden en el camino de la deshabituación. Con este asesoramiento, conseguiremos evitar la frustración y abandonar por no haber ajustado adecuadamente nuestros recursos.
Hacer deporte después de fumar
¿Si dejo de fumar mis músculos crecen? Si entrenas y estás pensando en abandonar el tabaco, aquí tienes algunos motivos más para ello. El corazón de un fumador late un 30% más rápido que el de alguien que no fuma, lo cual disminuye el flujo sanguíneo y el rendimiento general. La disminución de la velocidad del flujo sanguíneo a los músculos limita la llegada de oxígeno en la sangre. En última instancia, la pérdida de capacidad pulmonar y de suministro de oxígeno impiden que el oxígeno llegue a los músculos para crecer y desarrollarse.
Veamos otros beneficios de dejar de fumar y hacer deporte:
- El ejercicio, especialmente aeróbico, disminuye las ansias por fumar y distrae del “craving” durante su práctica y hasta 50 minutos después.
- Una rutina deportiva ayuda a combatir los cambios que se dan en el cuerpo al dejar de fumar como son el aumento de peso.
- Ensayos clínicos han demostrado que las mujeres que han dejado de fumar y hacen una vida más activa reducen en gran medida el riesgo de padecer cáncer de pulmón.