Aprende las mejores posturas para meditar y mejora tu propia práctica
Las mejores posturas para meditar.
La meditación no se trata solo de la mente, también se trata del cuerpo. Y lo creas o no, la meditación no pretende ser físicamente incómoda. Conseguir una postura correcta es clave para mantenerse relajado y alerta en lugar de estar tenso o disperso. Sin eso, es casi imposible concentrarse en el momento presente.
Lo más probable es que cuando comiences a meditar te sientas un poco incómodo. Es normal y forma parte del proceso. Encontrar la postura de meditación ideal y la disposición de los asientos puede llevar un tiempo. No existe un enfoque único para todos: lleva tiempo familiarizarse con las sutilezas de tu cuerpo único. Estas son algunas pautas básicas para ayudarte a comenzar o para que puedas hacer algunos ajustes.
Postura sentada:
Sentarse en una posición normal con las piernas cruzadas es una de las posturas de meditación más comunes. Si eliges esta postura, asegúrate de estar sentado en un cojín cómodo que te permita que tus caderas estén ligeramente más altas que tus rodillas. Esto evita que te caigas y también puede ayudar a evitar que tus piernas se duerman. Si te sientes incómodo en esta posición, siempre puedes sentarte en una silla. En este caso, trata de sentarte hacia el borde de la silla, con las plantas de los pies bien apoyadas en el suelo, la espalda recta y las manos apoyadas sobre las piernas. Ya sea que estés sentado en una silla o en el suelo sobre un cojín, hay una lista de siete puntos que debes revisar en tu cuerpo para asegurarte de que tu postura sea efectiva.
1. Puntos de apoyo. Encuentra una posición sentada cómoda y estable. Si estás en el suelo, puedes sentarte con las piernas cruzadas una sobre otra. Si estás en una silla, apoya suavemente los pies contra el suelo.
2. Columna vertebral. Siéntate derecho, en una postura cómoda, permitiendo que tu columna vertebral te sostenga. No te encorves, pero no extiendas demasiado tu columna vertebral. Siente la columna firme pero no rígida.
3. Manos. Coloca las manos sobre los muslos, las rodillas, o apoyando una sobre otra y dejando que ambas descansen en el regazo. Observa qué funciona mejor para ti y, una vez que hayas elegido un lugar para tus manos, trate de no moverlos durante el resto de la práctica.
4. Hombros. Eleva ligeramente los hombros, rótalos hacia atrás y déjalos caer hacia abajo, notando como se separan de las orejas. Siente al mismo tiempo una ligera apertura del pecho.
5. Barbilla. Con la cabeza recta, dobla ligeramente la barbilla moviéndola hacia abajo unos 20 grados. Esto permite que tu cuello permanezca relajado; no deberías sentirlo tenso.
6. Mandíbula. Comience moviendo la mandíbula ligeramente, abriendo la boca y cerrándola, o moviendo suavemente la mandíbula de lado a lado. Una vez que haya hecho esto, relaje la mandíbula antes de meditar: la tensión a menudo puede acumularse en la mandíbula cuando estamos estresados. Puede ayudarte apoyar la lengua en el paladar, justo en el punto donde nacen los incisivos.
7. Mirada. Si eliges meditar con los ojos cerrados, suaviza suavemente los párpados y trata de mantener los ojos cerrados durante la práctica. Si eliges meditar con los ojos abiertos, encuentra un lugar a un metro y medio en diagonal delante de ti y permite que tu mirada descanse allí suavemente.
Postura de rodillas:
– Asegúrate de poner un cojín o dos entre la porte posterior de los muslos y los gemelos y coloca una colchoneta o una manta debajo de las rodillas para evitar cualquier dolor durante y después de la práctica. Los cojines te ayudarán a sostener la columna y quitarán presión de las rodillas.
– Mientras estás arrodillado, relaja los brazos y coloca las manos sobre los muslos o las rodillas.
– Esta postura también puede ser más cómoda para aquellos a quienes les resulta más difícil mantener la columna recta mientras están sentados con las piernas cruzadas. Debes alargar suavemente la columna vertebral, pero asegúrate de no estirarla demasiado. Es importante permitir que permanezca la curva natural de la columna vertebral, sin que esté demasiado rígida y sin encorvarse demasiado.
– Mantén el cuello relajado; Dado que estás respaldado por una columna vertebral fuerte, es menos probable que sientas dolor. Permite que la cabeza se mantenga nivelada, mirando hacia adelante, y suavemente mete la barbilla. Meter la barbilla ayuda a aliviar la presión sobre el cuello.
Postura acostada:
Puedes elegir meditar en una postura acostada, pero es importante ser honesto contigo mismo. Si tiendes a tener sueño mientras meditas horizontalmente, opta mejor por una posición sentada o de pie. La meditación consiste en ejercitar el cerebro y fortalecer la mente y esto es difícil de hacer si te quedas dormido. Sin embargo, si tu intención es usar la meditación para ayudarte a relajarte y quedarte dormido durante la noche, una posición acostada podría funcionar mejor para ti. Estas son algunas sugerencias:
– Comienza por encontrar una superficie cómoda y acuéstate boca arriba.
– Si lo deseas, puedes levantar la cabeza con una almohada o colocar un cojín debajo de las rodillas para aliviar la presión sobre la columna vertebral.
– Mantén las piernas estiradas al ancho de las caderas, deja que los pies caigan hacia los lados y alarga la columna vertebral.
– Deja que los brazos descansen a los lados del cuerpo y que las palmas de las manos miren hacia arriba.
– Puedes practicar concentrarte en tu respiración, como lo harías sentado o arrodillado puedes hacer la práctica del escáner corporal.
– Si te duermes, está bien. Es normal que el cuerpo asocie el acostarse con el sueño. Simplemente comprende que si te quedas dormido varias veces, quizás debas de probar una posición diferente la próxima vez que medites.
Postura de pie:
Meditar estando de pie puede beneficiar y fortalecer el cuerpo. Al permanecer de pie y quieto durante un período de tiempo, las piernas y el núcleo central comienzan a ejercer un esfuerzo leve para mantenerlo en esta posición, que esencialmente actúa como un ejercicio para el cuerpo. La meditación de pie también es una gran opción para quienes encuentran incómoda la meditación sentada. Por ejemplo, si tienes algún tipo de lesión que te dificulta sentarte durante largos períodos de tiempo, o si sufres de dolor crónico y la meditación sentada nunca ha funcionado, puedes darle una oportunidad a la meditación de pie. Estas son algunas sugerencias:
– Para comenzar, coloca firmemente los pies en el suelo, notando dónde se conectan al suelo y creando una base para el resto de tu cuerpo desde este punto.
– Antes de comenzar a meditar, puedes mover ligeramente las rodillas y los tobillos o balancear las caderas y los brazos de un lado a otro para relajar el cuerpo.
– Relaja tus piernas, espalda y hombros. Luego, permite que cualquier tensión en esas áreas comience a disminuir, mientras mantiene tu cuerpo fuerte y erguido.
– Puedes cerrar los ojos suavemente, o si deseas mantenerlos abiertos, encuentra un lugar frente a ti en el suelo y permite que tu mirada descanse allí.
– Mientras meditas, mantén tu cuerpo relajado y, si notas tensión, permite que se ablande. Puedes notar las sensaciones físicas que surgen en el cuerpo y usarlas como puntos de enfoque a lo largo de tu meditación.
– Mientras estás de pie, asegúrate de mantener los brazos y las manos en una misma posición para evitar distracciones. Esta puede ser con las manos cruzadas delante de ti, o bien dejando que descansen a los lados del cuerpo, manteniendo el contacto con el mismo. Esto evita que te distraigas con los brazos o las manos que se balancean.
Tu postura es importante porque establece la intención de tu práctica de meditación. Al apegarte a una postura específica, tu cuerpo aprenderá estas señales contextuales y comprenderá que es hora de meditar, ayudándole a formar un hábito y pasar fácilmente a tu práctica.