Las verdades y mentiras acerca de los lácteos
Conoce lo que es verdad y lo que es mentira sobre la leche y sus derivados – Contenido creado por Central Lechera Asturiana.
La leche es uno de los alimentos más completos que existen. Su consumo está generalizado en todas las etapas de la vida, pero pese a ello, existen muchos mitos, y su consumo ha descendido en los últimos años. ¡Vamos a verlos!
«Somos los únicos mamíferos que consumimos leche después de la lactancia materna.»
- ¡Falso! A diferencia de otros mamíferos, en la evolución del hombre, los europeos sufrieron un cambio genético que les convirtió en tolerantes a la lactosa. Si no hubiera sido así, dicha modificación hubiera persistido a lo largo del tiempo. Este tiempo transcurrido ha demostrado que el consumo de leche ha permitido el desarrollo de la raza. Está claro que el desarrollo no se debe a la tolerancia a la lactosa, pero también contribuye.
«Si se quiere bajar peso, se debe dejar de consumir leche y sus derivados.»
- ¡Falso! Como se ha puesto de manifiesto en distintitos estudios, el calcio presenta un efecto sobre las células del tejido adiposo aumentando la pérdida de grasa. Además, la leche contiene unos péptidos bioactivos que crean sensación de saciedad. Estudios clínicos han demostrado que el consumo de leche y derivados en dietas hipocalóricas reduce el peso un 10% más que las mismas dietas sin productos lácteos.
«El consumo de leche puede provocar diabetes tipo 2».
- ¡Falso! La leche es uno de los alimentos con un índice glucémico más bajo. Los estudios epidemiológicos demuestran que el riesgo de padecer diabetes tipo 2 es un 67% menor en los individuos que consumen leche y sus derivados, respecto a los que consumen poca, o no la consumen.
«La leche es responsable de gran parte de las alergias alimentarias».
- ¡Falso! Bien es cierto que la proteína de la leche puede causar alergias. Estudios clínicos indican que entre 2-6% de los niños y el 0,1-0,5% de los adultos son alérgicos a la leche. Estos resultados dan a entender que gran parte de los niños alérgicos dejan de serlo al pasar a la edad adulta. El mito es la sobredimensión del diagnóstico, basado en la percepción y el autodiagnóstico.
«Una parte importante de la población es intolerante a la lactosa».
- ¡Falso! La intolerancia a la lactosa es la consecuencia de la falta de un enzima (lactasa) que la digiere. Hay varios niveles de gravedad frente a esta intolerancia: Personas que no presentan el enzima, lo que implica que son personas totalmente intolerantes, aquellas personas con un nivel más bajo de tolerancia que son intolerantes a cantidades excesivas de leche o derivados. Según los datos en España, la media de personas con intolerancia varía entre un 11- 15%. Las personas parcialmente intolerantes a la lactosa pueden consumir productos lácteos bajos en lactosa como el yogur, leche sin lactosa…
«Los lácteos producen mucosidades».
- ¡Falso! Las recomendaciones de abstenerse de tomar productos lácteos de acuerdo con la creencia de que inducen asma o síntomas respiratorios, como mucosidades, no tienen sustento en la literatura científica.
«Si el colesterol sanguíneo es alto, se debe reducir o dejar de consumir leche y productos lácteos».
- El consumo de leche y productos lácteos tienen un efecto pequeño y transitorio sobre el nivel sanguíneo de colesterol. Por el contrario, el consumo de leche y productos lácteos tiene un claro efecto hipotensor, mediado por el efecto del calcio y presencia de péptidos bioactivos. Los estudios epidemiológicos demostraron que el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular es un 17% menor en individuos que consumen leche y productos lácteos respecto a los que no lo hacen.
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