Aprende cuándo debes realizar el entrenamiento de cardio en función de tus objetivos
Respuestas fisiológicas al entrenamiento cardiovascular.
Muchas veces seguro que has pensado “puedo entrenar como quiera y en cualquier disposición porque el orden de los factores no altera el producto”, y esto que sí funciona en matemáticas, en el entrenamiento no es exactamente así.
Cuando empezamos a entrenar, nuestro cuerpo comienza a adaptarse a la intensidad del ejercicio y con ello, aparecen una serie de respuestas fisiológicas y bioquímicas que son las que permiten que continúes con el esfuerzo físico y puedas aumentar o no esta intensidad. Entre otras, una de las fundamentales es el consumo de los sustratos energéticos que tenemos almacenados en nuestros músculos e hígado.
Podemos hablar, en líneas generales, que tenemos tanto ATP y PCr (fosfocreatina) a nivel muscular siendo este sustrato el que más rápido se consume, tras ello el glucógeno muscular y hepático y por último, los lípidos (grasas) también a nivel muscular y en el tejido adiposo.
Bien, uno de los errores más comunes en los programas de pérdida de peso es no definir bien cuándo entrenar la fuerza (porque esta es fundamental y le dedicaremos un post a ella) y cuándo realizar la parte cardiovascular de nuestros entrenamientos. Pero este error es extrapolable a cualquier objetivo en el fitness.
Si nuestro objetivo es estético, la ciencia avala que lo ideal es que se realicen entrenamientos por separado, es decir, que en una sesión realicemos el entrenamiento de fuerza y en otra sesión el trabajo cardiovascular; pero normalmente no disponemos de tanto tiempo y es aquí cuando todos los objetivos coinciden.
Nuestro entrenamiento cardiovascular deberá ir en la mayoría de los casos (si son entrenamientos muy intensos, mejor antes, pero le dedicaremos un post a esto) después del entrenamiento de fuerza ¿Por qué? La explicación es relativamente sencilla.
En ambos casos, tanto en pérdida de peso como estético, nos interesa reducir el porcentaje graso, y si bien esto va íntimamente ligado a la dieta, podemos ayudar al mismo si nuestro esfuerzo en el entrenamiento cardio viene tras la sesión de fuerza, ya que durante el mismo, consumiremos en parte el glucógeno muscular y el PCr, lo que, de media, nos lleva una media hora de entrenamiento. Por ello, si realizamos el cardio tras la sesión de fuerza, facilitaremos a nuestro cuerpo que comience a usar como sustrato de energía el glucógeno hepático y los lípidos musculares y del tejido adiposo.
Si bien este proceso bioquímico es bastante más complejo, en resumen podemos definirlo así, sobre todo si tu trabajo o entrenamiento cardiovascular es de una intensidad media-baja; sino sería ideal individualizarlo y programar bien según el objetivo; pero es un error muy común en las personas con menos experiencia en el entrenamiento y que puede aportar muchos beneficios si comienzas a aplicarlo cuanto antes.