Nuestro cuerpo está perfectamente programado para ayudarnos a alcanzar el máximo nivel de bienestar. Y uno de los mejores ejemplos son las fases del sueño. Estas tienen una gran influencia en nuestra salud, a nivel físico, mental y emocional. Cada una de ellas cumple funciones específicas y esenciales de reparación, regulación y procesamiento que solo podemos garantizar al completo si cumplimos con el propósito de dormir 8 horas al día ¡Descubre todo lo que un buen sueño reparador puede hacer por tu bienestar global!
¿Cuáles son las fases del sueño?
Cada vez que dormimos, experimentamos 2 tipos de sueño. El primero es el sueño de movimientos oculares no rápidos (NREM) y el segundo es el sueño de movimientos oculares rápidos (REM). Y dentro de ambos se sitúan las diferentes fases del sueño, que se conocen como:
- Fases del sueño NREM:
- Fase 1 o sueño ligero: en esta etapa pasamos de la vigilia al sueño, muy ligero y breve todavía y con una duración de unos pocos minutos. En este momento, tanto los movimientos oculares como la actividad muscular se ralentizan. Y es muy fácil despertarnos ante cualquier ruido o sobresalto.
- Fase 2, también conocida como sueño ligero: representa aproximadamente el 50% del ciclo de sueño total. En este momento, la actividad cerebral se vuelve más lenta, con ráfagas ocasionales de ondas cerebrales rápidas llamadas husos del sueño. A nivel corporal, la temperatura corporal desciende y el ritmo cardíaco se ralentiza. Es una etapa de sueño más profunda que la que experimentamos en fase 1, pero todavía es algo fácil el despertarnos.
- Fase 3 o sueño profundo: se caracteriza por producir ondas cerebrales lentas conocidas como ondas delta. En esta fase ya es difícil despertar a una persona, y si ocurre, lo más probable es que se desoriente durante unos minutos. En este momento, el cuerpo realiza procesos de reparación y crecimiento, y se fortalece el sistema inmunológico.
- Fase del sueño REM:
Fase REM: llegamos a ella unos 90 minutos después de quedarnos dormidos y se repite varias veces durante la noche, aumentando su duración con cada ciclo. En ella ocurren la mayoría de los sueños, se dan unos movimientos oculares rápidos, respiración irregular y aumenta la actividad cerebral. Eso sí, a pesar de este incremento los músculos del cuerpo están temporalmente paralizados, lo que evita que actuemos de forma activa en nuestros sueños. Esta fase es crucial para procesar la información y consolidar la memoria.
En cuanto a los famosos ciclos del sueño, es importante recordar que experimentamos el sueño en ciclos, que duran aproximadamente de 90 a 110 minutos y que se repiten varias veces durante la noche. Cada ciclo generalmente pasa por las fases NREM 1, 2, 3, y luego REM (4). Según avanza la noche, la duración de la fase REM aumenta, mientras que las fases de sueño profundo (fase 3) disminuyen.
¿Cómo influyen estos ciclos del sueño en nuestra salud?
Cuando descansamos bien, sin interrumpir fases del sueño, podemos experimentar consecuencias muy positivas en amplios aspectos de la salud como pueden ser:
- La salud física:
1. La reparación y regeneración del cuerpo: durante el sueño profundo (NREM fase 3), el cuerpo libera hormonas de crecimiento que ayudan a la reparación de los tejidos y músculos. También se producen la regeneración celular y el fortalecimiento del sistema inmunológico.
2. Función inmunológica: una buena rutina de sueño permite al cuerpo luchar contra infecciones y enfermedades y evita el debilitamiento del sistema inmunológico,
3. Metabolismo y control del peso: la falta de sueño puede alterar el equilibrio hormonal, aumentando las hormonas que estimulan el apetito (como la grelina) y disminuyendo las que suprimen el hambre (como la leptina). Esto puede llevar a un aumento de peso y a problemas metabólicos, como la diabetes tipo 2.
4. Salud cardiovascular: dormir poco y mal está asociado con un mayor riesgo de enfermedades como la hipertensión, la enfermedad coronaria y los accidentes cerebrovasculares. El sueño adecuado ayuda a mantener la presión arterial y los niveles de inflamación bajo control.
- La salud mental:
1. Función cognitiva y memoria: durante el sueño REM, el cerebro procesa y consolida la información y las experiencias vividas durante el día. Esto es esencial para la memoria a largo plazo, el aprendizaje y la función cognitiva general.
2. Estado de ánimo y salud emocional: la falta de sueño influye negativamente en el estado de ánimo, aumentando el riesgo de trastornos como la depresión o la ansiedad. Dormir bien es clave para regular las emociones y mejorar la estabilidad emocional
- El nivel de rendimiento diario:
1. Atención y concentración: no dormir lo suficiente disminuye la capacidad de atención, la concentración y el tiempo de reacción, lo que puede afectar el rendimiento en el trabajo, en el estudio y en las diferentes actividades que desempeñamos en el día a día.
2. Toma de decisiones y creatividad: el sueño refuerza la capacidad para tomar decisiones menos impulsivas, resolver problemas y potenciar la creatividad.
- Bienestar general del cuerpo
1. Energía y vitalidad: la reparación que produce el sueño aporta la energía necesaria para enfrentar el día con vitalidad y reducir la sensación de fatiga constante.
2. Longevidad: una buena calidad y cantidad de sueño puede estar asociada con una mayor longevidad y una mejor calidad de vida a lo largo del tiempo.
En resumen, las fases del sueño son esenciales para nuestro bienestar físico, mental y emocional. Cada etapa cumple funciones vitales como la reparación celular, la consolidación de la memoria y la regulación emocional. Dormir de manera adecuada no solo mejora la salud cardiovascular, el sistema inmunológico y el metabolismo, sino que también potencia la concentración, el estado de ánimo y la creatividad. Asegurarnos un descanso reparador es clave para mejorar nuestra calidad de vida y mantenernos saludables a largo plazo.